Tribunal Superior de Justicia. Madrid,
España.
-
Ella fue una
víctima más. Es familiar de una de las desaparecidas. Sin embargo, sus acciones
no se realizaron por venganza, sino por desesperanza. Mi cliente no fue movida
por el rencor, sino por la esperanza de encontrar a su hermana.
Las circunstancias acontecidas no responden a un plan diseñado por ella. Sino al acatamiento de órdenes. Como sabemos, ella ya pertenecía a los cuerpos de seguridad españoles, y si bien es cierto que solicitó su inclusión en la operación policial que en el momento estamos juzgando, no podemos probar que lo hiciera bajo el fin último de cometer tales asesinatos por los que se la juzga. Como ella, otros profesionales solicitaron su participación. Pasó unas duras pruebas de selección y fue entrenada, como todos los demás. Para demostrarlo, contamos con los testimonios de los coordinadores de la investigación. Sin más dilaciones llamo como testigo a Laura Bravo, inspectora de policía, profesora de la academia México y un factor clave en el desarrollo de la operación policial que ha llevado a mi cliente a sentarse en este banquillo.
Las circunstancias acontecidas no responden a un plan diseñado por ella. Sino al acatamiento de órdenes. Como sabemos, ella ya pertenecía a los cuerpos de seguridad españoles, y si bien es cierto que solicitó su inclusión en la operación policial que en el momento estamos juzgando, no podemos probar que lo hiciera bajo el fin último de cometer tales asesinatos por los que se la juzga. Como ella, otros profesionales solicitaron su participación. Pasó unas duras pruebas de selección y fue entrenada, como todos los demás. Para demostrarlo, contamos con los testimonios de los coordinadores de la investigación. Sin más dilaciones llamo como testigo a Laura Bravo, inspectora de policía, profesora de la academia México y un factor clave en el desarrollo de la operación policial que ha llevado a mi cliente a sentarse en este banquillo.
Laura entra a la
sala. Se sienta situando su boca próxima a un micrófono frente a todo el
público. Después de las presentaciones y las formalidades, el ambiente se va
haciendo más tenso, especialmente cuando llega el turno del fiscal.
-
Señorita Laura
Bravo, ¿De qué manera comenzó usted a formar parte de la compañía de ballet
Méxijo?
-
Presenté mi
currículum y pasé un duro proceso de selección.
-
¿Quiere decir que
la compañía y su director no tenían conocimiento alguno de sus intenciones?
-
Exacto.
-
¿Y pretende usted
que crea que tuvo tanta suerte como para ser la seleccionada de entre cuántas
exactamente?
-
Siete, señor.
-
¿Y qué hizo para
ser la contratada?
-
Nada especial.
Asistir a la entrevista personal y hacerlo lo mejor posible.
-
¿Y qué hubiera
pasado si no hubiese sido usted la elegida? ¿Se habría detenido la
investigación?
-
Me asombra que
usted haya llegado a ser fiscal. Obviamente, más de la mitad de los candidatos
éramos en realidad policías, y obviamente, la investigación no se restringe a
esta compañía. Presentamos solicitudes de trabajo a academias de artes
escénicos de todo el mundo, y hemos estado trabajando desde cada una de ellas.
En algunas hemos conseguido infiltrarnos, pero contábamos con que no lo
lograríamos en todas.
El fiscal piensa por
un instante.
-
¿Y cómo consiguió
Alba entrar en la compañía?
-
Haciendo las
mismas pruebas de selección que el resto de sus compañeros, aunque sí es cierto
que colaboré activamente convenciendo a los demás miembros del jurado de que
era el perfil que la compañía necesitaba.
Mire
señor fiscal, voy a terminar rápido. La señorita Alba se limitó a cumplir
órdenes superiores y es precisamente de las personas que forman este equipo que
contaba con menos información.
-
Entonces me dirá
que no tiene nada que ver que mantuviese una relación con Enrique Rodríguez,
trabajador en esa compañía.
-
En absoluto. El
amor surge cuando menos lo esperamos, y nadie elige de quién se enamora. Si le
parece, le cuento cómo sucedió todo, y así usted puede juzgarlo por sí mismo.
“Una noche genial
para salir a dar una vuelta. Es el cumpleaños de Joss, el mejor amigo de
Enrique, así que este se dispone a arreglarse para salir a celebrarlo. Van
todos a cenar a una pizzería en Covent Garden. Son unos ocho chicos. Además,
conocidos en la ciudad. Forman un grupo muy simpático. Cuando van juntos,
parecen un anuncio de moda. Además de ser guapísimos, tienen un gran estilo.
Esta noche Enrique ha elegido unos vaqueros oscuros y una camisa blanca Burberry
cuyos puños quedan decorados por su estampado clásico de cuadros. La bufanda
tiene el mismo estampado que los puños de la camisa, la cual lleva por fuera
para darle un toque más informal. En lugar de zapatos, ha elegido zapatillas
converse vaqueras. Después de pulverizar sobre su cuello la última fragancia de
V&L y sobre sus axilas el desodorante Axe, se mira una vez más al espejo y
sale de casa.
En la puerta le espera un mini Cooper S color marrón
chocolate metalizado. Desde el morro hasta el culo del coche atraviesan
horizontalmente dos líneas gruesas de un color marrón más claro. Al subir, lo
primero que hace es dejar que suene su CD de Chris Brown y que la música inunde
el pequeño coche. Después, arranca y se dirige hacia el lugar de encuentro con
sus amigos. En ese preciso instante su móvil comienza a sonar. Es ella. Con un
gran esfuerzo, Enrique rechaza la llamada. Durante el camino, sus pensamientos,
una vez más, lo traicionan.
A veces se pregunta por qué en momentos tan insignificantes
vuelve a recordarla. No han pasado más de tres meses, pero cree que es tiempo
suficiente como para comenzar a tener la voluntad de olvidar a alguien, o al
menos, apartarla, si no del corazón, sí de la cabeza. Es la primera vez que una
mujer le hace tanto daño. Nunca creyó poder sufrir tanto por alguien,
especialmente si ese alguien le hizo un día increíblemente feliz. Enrique
mantuvo una relación de aproximadamente un año de duración, la relación más
larga que ha tenido hasta el momento, y también la más intensa. Ha vivido
momentos con ella que nunca olvidará. Momentos preciosos que quieren guardarse
para siempre en un rinconcito del alma para no dejarlos nunca escapar.
Recuerdos que, inevitablemente, aparecen ante tus ojos y te hacen sonreír, sea
cual sea la razón por la cual no vayan a repetirse. El problema surge cuando
esos momentos cada vez son menos frecuentes, y van aumentando las discusiones
por pequeños detalles que se van clavando en el alma. Enrique comenzó a notar
que su pareja cada vez deseaba compartir menos tiempo y menos cosas con él.
Además, inventaba nuevas excusas para crear una discusión, y el día a día cada
vez se le hizo más difícil. No obstante, él siguió luchando por su amor. La
sorprendió con citas inolvidables, la llenó de regalos, la rebosó de cariño y
amor aún en los peores momentos. Pero todo lo que comienza, puede acabar. Y así
ocurrió. En mitad de una de las tantas discusiones que tenían, el trató de
calmar las aguas:
-
Es que no aguanto ni un segundo más, esta situación
está sobrepasándome.- Esta chica parecía enloquecer ante cualquier mínimo
estrés.
-
Cariño, no es para tanto.- Enrique trató de abrazarla.-
Ven aquí, vamos a solucionarlo. Sólo es una mala racha, vamos a salir de esta,
y vamos a estar como antes.
-
No, nada es como antes. Me he enamorado de otro.- Y con
una mirada fría huyó de sus brazos.
Enrique creyó oír un crujido en su interior. Creyó
firmemente que algo dentro de él se había roto en mil pedazos.
-
¿Estás segura? Es posible que por los problemas que
estamos teniendo tus sentimientos se confundan y…
-
¡No! ¿No te das cuenta? Esto no funciona desde hace
tiempo, y eres hasta incapaz de hacerme frente… Es increíble. En serio. Esto
acaba aquí.
Enrique no podía creerlo. Sin mediar una palabra más cogió
su bufanda y su abrigo y se marchó. “Me he enamorado de otro”. Esas palabras
retumbaban en su cabeza sin cesar. Las lágrimas se lanzaban valientes desde sus
ojos. Pero llovía intensamente, nadie
advirtió su tristeza.
Le duele recordarlo. Le duele haberle colgado. Pero es lo
que debe hacer. Después de salir de su vida, María Isabella tuvo un romance con
el chico del que se enamoró. Un romance fugaz que llegó a su fin en poco más de
un mes. Entonces, decidió que había tomado la decisión incorrecta, y que debía
reparar su error. Fue entonces cuando Enrique volvió a dejarse amar. Qué
lástima que sólo durara unas semanas, sólo hasta que ese chico volvió a
aparecer y entonces Enrique volvió a quedarse al margen. De eso hace ya tres
meses. Ahora, desde hace cuatro días recibe llamadas y mensajes de María
Isabella. Por primera vez desde hace mucho tiempo, Enrique ha decidido no
volver a dejarse engañar. Rechaza sus llamadas y no contesta sus mensajes.
Sigue amándola, pero ha aprendido a vivir sin ella. En momentos como este
recuerda el fragmento de una de las historias de Jorge Bucay que su tía Annie
le contó cuando lo vio tan deprimido:
“Él es el único que siempre es capaz de conseguir que el
amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible
seguir. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece
extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.”
Ahora su única esperanza es el tiempo. Pero esta noche
quiere salir y divertirse. Y así lo hace. Cuando llega a Covent Garden, todos
sus amigos están esperándole. Los saluda afectuosamente con palmadas en el
hombro y toma asiento junto a Joss al principio de la mesa. Sobre esta, varias cervezas
y botellas de vino. Alrededor, todos ríen y bromean felices de haberse reunido.
Eligen pizzas diversas para cenar y cada vez más botellas de vino se van
acumulando vacías en un rincón de la mesa. Lo pasan en grande. Hablan de sus
trabajos, de sus estudios y de sus conquistas. A cada momento suena el chocar
de las copas en el aire. Cualquier recuerdo o anécdota es motivo de brindis. Cuando
pasa un grupo de chicas nunca faltan elegantes piropos. Para cuando terminan de
cenar, todos ríen más y por cualquier cosa a causa del vino. Ahora, el destino
es la casa de Joss, donde les esperan dos botellas de Cutty Sark, con las que siguen bebiendo durante una hora hasta que
deciden salir a bailar. Se dividen en dos coches y quedan en la puerta de la
discoteca Scala.
Allí, entran directamente sin hacer la enorme cola de
jóvenes que aguardan en la calle bajo el frío de la noche. Con abrazos y
palmadas en la espalda a los porteros, pasan, aún más, sin pagar entrada. Joss,
el primero en pasar, advierte a dos bellezas que andan por la calle en sentido
contrario. Una de ellas se ha dado cuenta de que las está mirando. Joss se
acerca a uno de los porteros para hablarle al oído:
-
Déjalas que pasen, luego te pago lo que consuman.
Aaiiiiinnss!!! Me estoy enganchando!! jajaja Esto lo escribes tu? tienes mucho talento!!! Pasate por mi blog!! ;) Un beso!!
ResponderEliminarwww.vamonosdetiendas.blogspot.com
Gracias!!! Sí que lo escribo yo... quiero seguir publicando la historia y poner otro apartado de cositas sueltas que también escribo. Ya te sigo!!! Un besazo!
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